El informe “imparcial” que ya es parcial

No hay que hacerse muchas ilusiones sobre el reporte que hará la comisión enviada por la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el diferendo entre Haití y la República Dominicana.

Digo esto porque será muy difícil, en primer lugar, que la comisión ponga en la fea al Secretario General de la organización, que ya avanzó su opinión sobre el tema, presionado por el peso de los votos de varios países, particularmente de los miembros del Caricom, ocho de los cuales tienen menos población que los que se han beneficiado del Plan de Regularización.

En segundo lugar, porque se va a tratar de buscar una salida política y, en este tipo de salidas, el “malo”, que en este caso somos nosotros, es el que siempre tiene que ceder.

Si el informe fuera a ser “objetivo e imparcial”, como ha dicho el jefe de la Comisión, tendría que reconocer que gran parte de la retórica utilizada en este caso es falsa y que gran parte de la culpa de todo la tiene Haití que no ha podido o no ha querido identificar a su gente. Pero el informe de seguro dirá que el problema no son los indocumentados haitianos, sino los “apátridas” de origen dominicano creados por la sentencia del Tribunal Constitucional y la Ley que instituye el Plan.

No valdrán razones. Y si bien nuestro deber es reconocer a aquellos que demuestren haber nacido aquí y que hayan cumplido con la leyes dominicanas, el país no puede dar carta blanca al fraude. Nadie en el mundo lo hace, pero Haití no cejará en su empeño por exportar sus problemas. Solo hay que prepararse para lo peor.

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